sábado, 7 de enero de 2012

LA GRAN AVENIDA



Atravesarla era todo un suplicio, se nos iba la vida en el intento.

Recuerdo que desde el callejón Chacao hasta la intersección con la vía hacia Vigiríma era todo un viaje a la eternidad, miles de vehículos uno tras otro, cual caravana fúnebre, seguían el paso lentamente en medio de la agonía. El ruido de las cornetas aturdía y eso sin tomar en cuenta a aquellos que viajaban en vehículos sin aire acondicionado, esos terminaban con sus ropas mojadas por el sudor, sin ser tiempo de carnaval, ya el pañuelo no era suficiente, se hacia necesario usar una toalla, de esas que llaman de mano, para poder secar el rostro y hasta el cabello.

En esa travesía nada turística el único paisaje era un terreno lleno de tierra polvorienta, que al verlo tan desierto, aumentaba la sensación de deshidratación.

La velocidad de desplazamiento era tan baja que los innumerables huecos del pavimento pasaban desapercibidos, solo aquellos huecos de gran tamaño y profundidad nos hacia recordar con mucho afecto las madres de todos los alcaldes que en los últimos 20 años habían sido electos.

La lentitud del transito me permitía ver con detalles los alrededores del lugar, era un panorama que me hacia recordar al pueblo de Ortiz aquel de la novela: “Casas Muertas”. Totalmente olvidado por la gente y sus gobiernos. Las fachadas de las casas, los comercios y edificios se veían descoloridas por el sol, sus frisos desprendidos; las puertas y ventanas algunas de madera se veían agrietadas por la intemperie.

Parecía que el tiempo se había detenido como resistiéndose al devenir dialéctico de la historia. Era como que algo se negaba al paso del modernismo urbano, o tal vez era la poca visión o voluntad política de sus gobiernos de impulsar el desarrollo, que  desmotivaba a su gente y al final la desidia política bajaba su autoestima  y terminaba reflejándose en las fachadas de sus casas


Cuando ya al fin me acercaba a la intersección de la vía hacia Vigiríma, a lo lejos se vislumbraba un grupo de jóvenes, que por sus franelas eran funcionarios de la Alcaldía. Al parecer estaban repartiendo unos volantes.

Ya en el sitio, una hermosa chica se acerco a mi ventanilla y me entrego un anuncio, en el cual se informaba sobre el cierre de esta vía por un mes para rehabilitarla.

Al leer el papel lancé un grito de terror y angustia:

 -¡Dios mío esta gente se volvió loca! ¿Por donde piensan que vamos a pasar los que diariamente viajamos de Norte a Sur?-
Comencé a imaginarme los días de locura que se aproximaban. Ya no era la piar trancada ahora seria toda Guácara.

Un mes, un mes, un mes…, lo repetía una y mil veces.

Siempre dicen así y terminan tardando cuatro veces más de lo estimado.

Ese día al fin llegue a mi casa y no dejaba de pensar en aquella “locura”.

Recuerdo que salí un rato frente a mi casa. Me encontré con mi vecino, quien no me dio tiempo de plantearle la información, pues al verme me grito a la distancia:

_ ¡Vecino! ¿Te enteraste de la locura en que nuestro Alcalde, nos va a meter?_

 Al ver el rostro de angustia de mi vecino le dije:

-Oremos a santa bárbara bendita para que no nos boten del trabajo, por llegar tarde más de 20 veces al mes-

A la mañana siguiente, previendo salir más temprano, me levanté en la madrugada para emprender la larga travesía que me esperaba hacia mi trabajo. Me despedí de mi esposa y comencé el viaje. Mi sorpresa fue inmensa cuando llegue a la Av. Francisco de Miranda y no había cola, ese día llegue dos horas y media mas temprano a mi trabajo.

Los días fueron pasando y observaba como avanzaban los trabajos. Me di cuenta que no era una rehabilitación de la vía. Era toda una obra nueva.
Los obreros y los ingenieros trabajaban todos los días, incluyendo sábados y domingos. Día, noche y madrugada. Bajo el sol y la lluvia.

Todo el mundo hacia sus comentarios a medida que iba avanzando la obra, era impresionante ver la rapidez con que avanzaba.

Cuando se acercaba el día que el Gobierno local prometió abrir el paso comenzó a llover varios días seguidos. Mi vecino y yo comentábamos sobre aquella circunstancia. Recuerdo que le dije a mi vecino:

-Me imagino la presión y la angustia de toda esa gente que tienen la responsabilidad de abrir la vía para esa fecha. Sobre todo con la presencia de esas raras lluvias en estos días.

-No me gustaría estar en sus zapatos. Creo que no podría ni dormir. Exclamo mi vecino-.

A pesar de todo, esa gente logro su objetivo. De verdad se lo merecían hasta yo aplaudí y “salté en una pata” de tanta alegría cuando cinco días después de lo prometido, lograron abrir una parte de la vía, continuando simultáneamente con los trabajos.

Al día siguiente, tuve que ausentarme tres días de mi casa, al regresar, recuerdo que llegue algo tarde en la noche y me conseguí con mi vecino, que estaba como siempre sentado frente a su casa en una silla de madera, inclinada contra la pared. Me saludo como de costumbre, cordialmente:

-Buenas noches vecino, como estuvo su trabajo-

-Todo bien vecino- le respondí.

-¿Mira que vas hacer mañana en la tarde?- 

- Nada, lo tengo libre,

¿Y eso por qué vecino?

-Porque mañana inauguran la Piar, lo invito para que me acompañe, ¿No la ha visto terminada?-

-No, aun no la he visto terminada-

-Quedo bien bonita vecino. Tiene bellos paisajismos, alumbrado publico de energía solar, una escultura del artista Antonorsi, tres torres de iluminación, está bien demarcada y hasta tiene una pantalla gigante de eso que llaman de tecnología Led.
¡Naguará tremenda avenida nos calamos vecino! Ahora no tenemos nada que envidiarle a otros municipios. Mire vecino, la gente lo que hace es hablar de la avenida, se sienten orgullosos y agradecidos de su Alcalde, porque de verdad está cambiando Guácara y no es un eslogan, es la purita verdad.

-¡sí, eso es verdad vecino! Entonces mañana lo acompaño a la Av. Piar, porque hay que celebrar esa inauguración.          

Escrito por: Rubén Darío Romero        



3 comentarios:

solo el pueblo salva el pueblo... NP dijo...

Nunca pense que al leer el cuento me fascinaria tanto como escucharlo de verdad felicito a la gran maquinaria humana que dia a dia entrego lo mejor de si para lograr tan majestuosa obra que todos los guacareños merecemos y los que no son tambien porque dia a dia ven el verdadero cambio y crecimiento que nuestra guacara ha obtenido bajo el mandato de nuestro alcalde revolucionario y su verdaddero equipo Te felicito ruben romero por darnos tus mejores proyectos de avance para lograr muchas satisfacciones comunales

RUBEN DARIO ROMERO dijo...

Gracias Gema por tus palabras, y en nombre de todos las mujeres y hombres que trabajamos en esa obra, te doy las gracias por ese reconocimiento, lo hacemos por amor al pueblo, por otra parte me alegra que te haya gustado este cuento, lo escribí con la misma pasión que tuve con el proyecto y ejecución de esta Gran Avenida. Saludos

Unknown dijo...

felicitaciones ruben por esas cualidades de escritor que estas exibiendo exelente como recojiste el sentir generalizado de la colectividad al anunciar los trabajos y la grata sorpresa al ver terminana tan espectacular obra, hazle llegar a todo el equipo de trabajo ingenieros tecnicos obreros nuestro reconocimiento y congratulaciones Esto solo es posible en revolucion venceremos